Si los árboles fueran altos y corta la yerba,
como en algún cuento
de locos,
si aquí y allí
hubiera un mal azulado
más allá de la
tierra.
Si colgara fija en el aire una hoguera
para darme calor todo
el día,
si un pelo verdoso
sobre los montes creciera,
ya sé bien lo que
haría.
En la oscuridad me encuentro: soñando
ojos grandes, amables
o fríos,
y calles sinuosas y
puertas calladas
y tras ellas hombres
bien vivos.
Vengan las tormentas: prefiero una hora,
y libertad para que
luche y llore,
a todas las edades en
que he gobernado
los imperios de la noche.
Si me concedieran permiso
para vivir en el
mundo,
me portaría muy bien
todo el día
que pasara en esa
tierra de hadas.
Jamás escucharían de mi boca
una palabra de
egoísmo o desprecio,
si tan sólo pudiera
dar con la puerta,
si tan sólo naciera.