Santidad, Escape del Espíritu de Asís.
Lo que rezar “juntos”, sea cual sea el propósito, nos guste o no, tuvo el efecto de hacer creer a muchos a creer que todas las oraciones se dirigen “al mismo Dios”, sólo que con diferentes nombres. En cambio, las Escrituras son claras: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (los mandamientos), “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Jn. 14, 6).
Quienes esto escribimos ciertamente no negamos el diálogo con toda persona, sea cual fuere su religión. Vivimos en el mundo, y cada día hablamos, discutimos, amamos, incluso a aquellos que no son cristianos, como ateos, agnósticos, o miembros de otras religiones. Pero esto no impide que creamos que Dios ha venido a la tierra, y se ha dejado matar para enseñar el Camino y la Verdad, no meramente uno de los muchos posibles caminos y verdades. Cristo es para nosotros, los cristianos, el Salvador, el Salvador del mundo.
Tomado de Panorama Católico Internacional.