[Visto en Thyrsus,
04-Jun-2015]
Tuve una pequeña discusión con un
semiperiodista (o que se piensa que es periodista, es más o menos lo mismo),
semicatólico, que me intentaba semidefender una semi-buena-causa la cual,
finalmente, resultó ser una causa mala, bien mala, como pasa con todo lo semi.
Y, providencialmente, hoy leí este fragmento del Castellani que viene como
anillo al dedo.
“De mis
andanzas por el mundo una cosa menos, como un clavo en la cabeza, he sacado
fija: que no hay nada más inútil y aún dañino que el saber a medias. No digo el
saber que se está formando y tiene de ello consecuencia; digo el
saber-a-medias.
“Las medias
verdades, las semi-ideas, las vistas confusas, el «conocer conceptual», el
masomenismo, el trabajo mental ni la santa pedantería…
“El que sabe
alemán a medias deletrea el periódico, entiende a tuertas y pierde el tiempo;
el que sabe a medias filosofía quiere reformar el mundo, se da al macaneo libre
y a «epatar» a los abribocas. El semiliterato navega imbrujulado sin hallar en
el mar de tinta ni por azar el islote de la obra maestra. El semicrítico
zambulle y zambulle sin esperanza de tocar donde están las perlas. Del
mediopoeta no digamos nada…
“La pianista a
medias ordeña a tirones balumbas de sones de su paciente vaca, incapaz del
gozar estético y capaz de «ensuciar» el vecindario. El semipintorzuelo
ultrafuturiza. El semiperiodista nos vuelve la vida chata, cuando no la ensucia
y la repudre.
“¡Abajo los
semis!”