Alguien tenía que hacer estas
aclaraciones, y las hizo notablemente el Blog The Wanderer,
15-04-2013, quien hace una breve pero muy actual reflexión, con
respecto a lo que flota en el orbe católico de lo que se suele denominar como
católicos “neocon” o católicos “irabureanos”. Trata de aquella versión
deformada, supersticiosa, casi caricaturizada de la asistencia del Espíritu
Santo al Sumo Pontífice y al colegio de cardenales.
... et in Spiritum Sanctum
La lectura de
algunos de los comentarios de los últimos posts me ha dejado casi la convicción
de la aparición de un nuevo catolicismo -el neocon- cuyas características se
van definiendo cada más y, muy notablemente, hacia una suerte de superchería
que nunca conoció, hasta donde yo sé, la Iglesia católica.
Por ejemplo,
se insiste hasta el cansancio de que al papa lo elige el Espíritu Santo. Yo
quisiera saber de dónde sale tamaña idea -y no vale que me digan que lo dicen
el P. Iraburu-. Al papa lo eligen los cardenales según las ganas, el humor y la
inteligencia que tengan el día del cónclave. Y se acabó. Ya verá el Paráclito
qué puede hacer con el personaje que eligieron, pero saquémonos de la cabeza y
del discurso la idea de una intervención divina en el momento del cónclave. Eso
no existe, nunca existió y nunca fue dicho en ningún documento oficial de la
Iglesia.
Otro caso es
el que nos acercaba un comentarista español. A él no le interesaba quién había
sido Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires. Eso no tenía importancia ya que
esa persona no existía más. Ahora existe Francisco, el papa de Roma.
Analicemos con
más detalle esta idea. Se está postulando, ciertamente, un profundísimo cambio
en la persona que resulta elegida, ocurrido en el momento en que resulta
elegida papa. ¿Qué tipo de cambio es? Podría ser un cambio sustancial y,
entonces, estaríamos en presencia de una nueva transustanciación. Podría ser
una suerte de hypostisación, es decir, el Espíritu Santo se haría hypóstasis en
el papa. Incluso, podría tratarse de una posesión por parte
del Paráclito del alma y del cuerpo del elegido, análoga a las posesiones
diabólicas. Y no veo más opciones que puedan explicar ese cambio tan rotundo e
interior que proponen los neocon. Todo esto, claro está, no es más que un
tamaño disparate.
Seamos claros.
El que es elegido papa, es el mismito cardenal -santo o pecador-, que antes de
su elección, con todas sus mañas, sus vicios y sus virtudes. No cambia nada,
las virtudes y los vicios, que son hábitos, no se cambian por vestirse de
blanco. Solamente lo cambiaría un milagro, y la Iglesia jamás habló de milagros
en la elección papal.
Pero hay una
objeción. ¿Qué pasa entonces con la protección y asistencia prometida por el
Señor a su Iglesia y a Pedro? Veamos de qué se trata tal asistencia.
No hay duda
alguna de que la asistencia del Espíritu Santo está asegurada a la Iglesia para
que pueda cumplir su misión divina como así también a aquellos que tienen a
cargo el magisterio supremo de la Iglesia. Esto está atestiguado por las mismas
palabras del Señor. Entre muchas otras, pueden verse las siguientes citas: Jn.
14, 16-17 y Jn. 14, 26. Es importante señalar, sin embargo, que son muchos los
Padres y exégetas que consideraron que estas promesas del Salvador eran
exclusivamente para los Apóstoles y no para sus sucesores. Como dicen los
juristas, hay un biblioteca de un lado, y otra del otro. Pero, quedémonos con
lo que dice San Agustín al comentar el descenso del Paráclito sobre los
Apóstoles el día de Pentecostés: Non jam visitator subitus, ser
perpetuus consolator et habitator aeternus. Por eso mismo, y con muchos
Padres y Doctores yo creo que la ayuda divina está asegurada para la Iglesia y
para sus jefes supremos a través de la infalibilidad doctrinal, cuya causa es
el Espíritu Santo. Y es esto mismo lo que fue proclamado por el Concilio
Vaticano I.
Sin embargo, la cuestión no está
solucionada porque surge la pregunta acerca de la naturaleza de esta asistencia
divina. Es decir, ¿acerca de qué cosa existe la promesa de infalibilidad? La
teología católica explica que:
1. Solamente
los apóstoles tuvieron el privilegio personal de recibir, a través del Espíritu
Santo, revelaciones nuevas. Es decir, una vez muerto el último apóstol, ya no
hay más manifestaciones de nuevas verdades que entren en el depósito de la
revelación.
2. La
asistencia de la que habla la Escritura, la Tradición y el Vaticano I no
consisten en una inspiración o influencia positiva sobre las
facultades del papa, sino que laasistencia, es una seguridad
negativa que le impide cometer errores en la enseñanza eclesiástica
oficial e imposibilita de que el magisterio supremo de la Iglesia tome una
dirección contraria a la que Jesucristo ha trazado.
La asistencia
del Espíritu Santo, por tanto, es solamente el efecto de la providencia
especial de Dios sobre su Iglesia para conservar, explicar y defender el
depósito de la Revelación confiado a los apóstoles. No hay más que eso.
La seguridad
que nos da nuestra fe es que Francisco, o el que sea que ocupe la sede
apostólica, jamás proclamará un dogma contrario a la enseñanza de Jesucristo y
al depósito de la Revelación. Sólo eso, que no es poco.
Murmullos vaticanos:
1. Según
informan los medios, el cardenal Bergoglio, desde hace 40 años, usa zapatos
a medida fabricados por un zapatero de Buenos Aires en cuero de becerro negro.
No son colorados, pero da lo mismo; cuestan varios miles de pesos.
2. También
informan los medios que la celebrada frase “Quiero pastores con olor a
oveja”, en realidad es propiedad de un pastor pentecostal portorriqueño de la
iglesia de la Asamblea de Dios que hace 5 años publicó un libro con ese título.
¿Será plagio?