Cómo se venía anunciando,
nuevamente, la Catedral Metropolitana de Buenos Aires ha sido profanada con un
acto político ajeno a la religión católica con anuencia de sus pastores. Nota
aparecida en Página
Católica, 10-Nov-2014.
Poli: Mi nombre es judío, a mucha honra
Discurso en la conmemoración de la Kristallnacht
Página Católica ha
estado en la Liturgia de Conmemoración de la Kristallnacht, realizada ayer
Domingo 9 de Noviembre, Fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán, en la
Catedral Metropolitana de Buenos Aires. ¡Dios los perdone!
El espectáculo que allí se vio es el mismo de siempre, y sobre el cual haremos en un próximo post alguna referencia. Baste decir que se centra en un pilar fundamental: igualar la Shoa al Sacrificio de Cristo, que de esa forma queda negado.
Publicamos ahora el discurso
pronunciado por el Cardenal Poli, cuando finalizaba la ceremonia. Nos llamó la
atención la manera con que trató de agradar a sus invitados: poniéndose el
solideo encarnado que corresponde a su dignidad, dijo que se lo colocaba para
que éstos se sintieran más cómodos. Claramente se ve que, con ese gesto, ha
querido adoptar la apariencia de un rabino; pues el poder sacerdotal no reside
en la "kipá", sino en la estola que no vestía.
En la misma frase, Poli repitió
el mito postconciliar por el cual los judíos actuales son nuestros hermanos en
el padre común Abraham; contradiciendo al mismo Jesucristo que les dijo a los
judíos que se ufanaban de ser hijos de Abraham, mientras querían matarlo, que
eran hijos del diablo (Jn 8, 31-41).
No se pude decir con verdad, que
los que rechazan a Cristo sean hijos de Abraham. Si lo fueran en la carne, no
lo son en la Fe que es lo que aquí importa.
Por otro lado, quizá también en
tren de agradar, recordó que su apellido indica sin dudas, que su familia es de
origen judío. Así pues, se fue rabí Jorge Mario y nos queda rabí Mario Aurelio.
Si hasta hay perfecta y simétrica transición entre los nombres.
Asombra también comprobar por sus
palabras, que hay o hubo un rabino cumpliendo funciones de profesor de
teología. ¿Cómo puede un seminarista, porque se supone que se trataba de la
facultad de teología del Seminario Metropolitano, aprender esa ciencia de una
persona que rechaza a Jesucristo?
Por supuesto que ni una sola vez se oyó el nombre sacrosanto del Señor durante la ceremonia. Él es el gran postergado, cuyo destronamiento y olvido son necesarios para poder lograr un aquelarre como el que presenciamos en Buenos Aires desde hace muchos años.
Por eso cuando Poli tuvo que desear la Paz para la humanidad de siete mil millones de seres que “zapateamos” sobre este planeta, la deseó falsa e infructuosamente; pues la única Paz verdadera que pude haber se basa en la Reyecía de Jesucristo.
¿Qué pensará el padre Menvielle, con quien estuvo el joven Poli en el grupo de Scouts Católicos, al oír las palabras de su pupilo?
Lamentamos que el audio tomado en
esa ocasión adolezca de fallas que no pasan el nivel de calidad de nuestras
publicaciones, no obstante lo cual lo publicamos abajo. Por eso, acompañamos
una transcripción de las palabras de nuestro Arzobispo.
Discurso de
su Eminencia el Cardenal Poli
Acaso para
que nuestros hermanos en el padre común Abraham se sientan más cómodos todavía,
me voy a poner este nuevo color que a partir de Febrero el Papa me dio allá en
Roma.
Y además
estoy convencido que mi nombre, como decía un rabino -fuimos juntos profesores
en la facultad de teología-, sin dudas es de origen judío, y digo: con mucha
honra.
Entre
tantas palabras que hemos recordado con un sentimiento común de dolor y
esperanza, yo quiero pronunciar la palabra que nos dio a conocer quien es Dios;
este Dios que lo observa todo. Entonces voy a citar también como el rabino que
me precedió, un texto del Éxodo: Es la tercera revelación del nombre de Dios
que recibe Moisés. Por primera y segunda vez Dios se rebela como el que es, el
que está: Yo Soy el que Soy.
Pero en el
libro del Éxodo, por tercera vez Dios se presenta ante Moisés y le grita: el
Señor, el Señor, el Dios compasivo –Rahúl- y clemente –Hanmún-, paciente, rico
en bondad –Hese- y fiel –Emet-, un Dios rico en misericordia. Si podemos
recordar y hacer memoria, es porque este Dios rico en misericordia puso en
nuestro corazón, que está bien hecho para el amor, recordar lo que nunca
debemos hacer: atentar contra el hermano.
Así
entendemos como Dios renovó continuamente su alianza de amor, a pesar de
nuestros pecados y miserias. Por eso la historia de la humanidad, la historia
del pueblo judío, la historia nuestra, es una historia de amor, pecado y
alianza de amor renovada por Dios. Un amor que continuamente se renueva.
De esta
misma misericordia hablaron los profetas. Oseas, por ejemplo tiene un texto
hermoso; miren como obra la misericordia en el corazón de Dios. Ante el pecado
de los hombres Dios se siente fatigado; ya está a punto de destruirnos pero la
misericordia hace que Dios se arrepienta. Y el texto de Oseas dice: “se me
rebela el corazón, se me conmueven las entrañas.
El corazón
de Dios es un corazón misericordioso, y es capaz de poner en nuestro corazón
que está bien hecho para el amor y la misericordia, sus mismos sentimientos si
lo aceptamos.
Me uno al
pedido del rabino que habló recién, que nos decía: sumémonos en esta cadena de
amor y de paz. Los salmos que rezamos en común, a cada paso nos encontramos con
la misericordia divina. ¡Qué grande es tu misericordia Señor! O como David:
¡Ten piedad de mí Señor misericordioso! Continuamente lo encontramos, pero
también se nos recuerda que seremos juzgados si hemos obrado con misericordia.
La
misericordia para los cristianos es el modo de perdonar de Dios; un modo
exquisito porque perdona los pecados perdonables, pero vas más allá, porque eso
lo podemos hacer los humanos. ¡La misericordia de Dios perdona los pecados
imperdonables!
Y entonces
hay esperanza, a pesar de nuestros pecados históricos, sociales... a pesar de
la Shoa, por la misericordia de Dios se abre la esperanza.
Por eso
quiero decirles que, en forma contundente siempre estarán abiertas las puertas
de esta casa para que hablemos el lenguaje de la misericordia. Para que
invoquemos a Dios siempre, al Dios que es uno solo. El Dios de toda la
humanidad, el Dios padre de estos más de siete mil millones de hombres que
estamos zapateando sobre el planeta.
Pidiéndole a este Dios
amor, Dios misericordioso, rico en compasión y misericordia, que no nos suelte
de la mano, que sepamos perdonar, mirar con esperanza, que nos dé siempre el
consuelo sobre los dolores pasados. Pero que tengamos el alma pura para podernos
imaginar una humanidad en Paz. ¡Qué el Señor nos bendiga a todos en esta noche,
que nos conceda su paz, shalom, que nos conceda a todos su misericordia, amén