Uno de los “curas villeros” que
se han mantenido bajo el amparo y protección del cardenal Bergoglio, habla
sobre varios temas “polémicos”.
[Noticias
Urbanas – o4-08-2013]
Gustavo
Carrara: “Bergoglio acompañó la unión civil gay”
Por Laura Di
Marco
Por Redacción
Noticias Urbanas / 04 de agosto 2013
Es uno de los curas villeros que trabajaban
cerca de Francisco cuando era arzobispo de la Ciudad. Entiende que los cambios
que encare el Papa pueden generar resistencias en sectores del Vaticano.
“Durante el debate del matrimonio
igualitario, Bergoglio acompañó la unión civil gay, lo que pasa es que la
polarización opacó esa posición de la Iglesia, que tal vez no se comunicó
bien”, remarcó el cura párroco del Bajo Flores, el padre Gustavo Carrara, quien
formó parte del equipo de curas villeros que armó el papa Francisco mientras fue
arzobispo de Buenos Aires.
Carrara
trabaja codo a codo con el padre Pepe Di Paola, quien saltó a la fama hace unos
años por su lucha contra el paco. Y aunque su perfil mediático es más bajo, su
rol en el equipo de curas villeros no lo es. Más aún: Carrara tiene una sólida
formación teológica, que deja ver en charlas y entrevistas. Es el cura párroco
de la iglesia Santa María Madre del Pueblo, ubicada en la Villa 1-11-14.
Francisco se
comunicó con él –como suele hacer con muchos de sus afectos en la Argentina– el
lunes posterior a las Pascuas. Entonces, Bergoglio le dijo: “No sé si Dios quiso que yo fuera papa, pero
al menos lo permitió. Estoy en paz”.
Pero fue otra
frase la que esta semana estuvo en boca de todos. Fue aquella en la que, en
medio de una entrevista ofrecida por Francisco a los corresponsales que habían
ido a cubrir su viaje a Brasil, habló de los gays: “¿Quién soy yo para juzgar a una persona gay?”, sorprendió el Papa.
Las
especulaciones sobre una apertura en la Iglesia y sus posibles consecuencias le
siguieron a esa frase bergogliana y explosiva.
–¿Cambia la
Iglesia con relación a los gays?
–La Iglesia no
cambia en sus cuestiones fundamentales. Está a favor de la familia y de la
defensa del casamiento entre un hombre y una mujer. Me refiero al matrimonio
como sacramento. Ahora, cuando se dio aquí el debate de la unión civil gay,
Bergoglio tuvo una posición de acompañamiento. Lo que ocurre es que esa
posición quedó sesgada por la radicalización de la discusión.
–Pero hace
no tanto tiempo, los gays y divorciados estaban excluidos de la Iglesia.
Incluso, quienes estaban divorciados no podían comulgar.
–Si están
bautizados, están incorporados en la Iglesia. Personalmente, durante la
eucaristía en la misa no le pregunto a nadie cuál es su condición. Hay gente que comulga habiendo cometido
graves pecados. Un narcotraficante, por ejemplo. La Iglesia es cada vez más
partidaria de respetar lo que pasa en la conciencia de los hombres.
–Pero, ¿qué
quiso decir exactamente con que él no puede juzgar a un gay? ¿Es la antesala de
una apertura?
–Quiso decir
que todos somos iguales ante Dios. Es la necesidad de no discriminar, de no
juzgar. En la ya famosa entrevista de Bergoglio en el avión de regreso de
Brasil, alguien le pregunta, concretamente, por el tema de los divorciados y
los gays. Si se escucha o se lee el texto completo, se verá que él dice que la
Iglesia debe repensar estos temas. Que hay que volver a reflexionar y que no
son asuntos cerrados.
–¿Los
cambios que plantea pueden generar resistencias en la jerarquía eclesiástica
dentro del Vaticano? No son pocos quienes dicen que Francisco puede enfrentar
obstáculos severos. Otros, incluso, temen por su vida.
–No conozco el
Vaticano, pero evidentemente que puede generar resistencias en una estructura
que se ha burocratizado. Como dijo el Papa: en el Vaticano hay gente santa,
pero también hay gente que no ha hecho las cosas bien. Pero a cualquiera le genera resistencia un cambio
así.
–¿Ser más
generosos y abiertos, dice usted?
–Yo diría que
es más que eso: lo que incomoda es entrar en comunión con el otro. No solo la
generosidad. Imaginate que vas apurada a tu trabajo y alguien te pide ayuda
porque se siente mal. Tal vez podrás darle dinero, y eso podrías hacerlo bien.
Ahora, si también te pide que lo acompañes a un hospital porque está solo,
enfermo y necesitado, ahí ya te empezás a resistir. Es mucho más fácil para
muchos dar dinero que tiempo. Darle tiempo a una persona humilde, escucharla,
hacerse amigo, es algo mucho más difícil de hacer de lo que uno puede imaginar.
A otra escala, hablo de ese tipo de resistencia cuando se plantea una Iglesia
para los pobres. El rostro de Dios que Francisco quiere ver reflejado en la
Iglesia se expresa en otra de sus frases recientes: “Cómo quisiera una Iglesia
pobre para los pobres”. Y eso no es tan fácil de llevar a cabo.
“Su corazón
paternal siempre está cerca. Fue un arzobispo muy cercano y ahora es un papa
cercano también”, relata Carrara recordando el momento en el que Bergoglio lo
llamó desde el Vaticano.
“La verdad es
que la vida sorprende. Bergoglio se estaba despidiendo cuando fue nombrado
papa. Y me consta: estaba dejando el arzobispado y yéndose a vivir al hogar
sacerdotal. Incluso estaba donando sus libros; desprendiéndose de objetos,
dejando sus cosas en orden. Y me consta que así era por la cercanía que tenemos
con él. No estaba dejando de ser sacerdote, por supuesto, porque eso no se
abandona nunca, pero un hombre sabio de 76 años ya empezaba a despedirse, no
solo del arzobispado, sino de la vida. E increíblemente le llegó esta misión,
cuando él menos lo esperaba.”
–Tal vez
por eso le llegó, porque ya no lo esperaba. Y se adaptó muy bien, tanto que no
volvió a la Argentina. Se lo ve muy cómodo en su rol.
–Sí, imaginate
el cambio. Él sabe que tiene que repartirse entre los continentes, que es el
papa de todos. Por eso, cuando estuvo en Brasil, se hizo un tiempo para estar
con los jóvenes argentinos, como para generar una presencia, pero por ahora no
va volver.
–Francisco
pareciera hablar con gestos.
–Sí, así es. Como cuando no deja que le besen
los anillos ni tampoco permite que se inclinen ante él. Lo que plantea es que nadie puede estar por
encima de los demás. Eso
marca que podemos tener roles diferentes, pero que todos somos iguales.
El Papa tiene un lenguaje cada vez más positivo: a favor de la vida, de la
misericordia, de la escucha, de la comunión con los demás. Se acerca al hombre
de hoy. A los sufrimientos del hombre de hoy. La visita a Brasil, en la que el papa Francisco tuvo muchos gestos, dejó
planteada una Iglesia que dialoga con el pueblo. Y el diálogo es, en
primer lugar, escuchar al otro. Fijate que lo primero que pidió el Papa en la
plaza de Roma, cuando fue elegido, fue que tengamos misericordia. Que podamos
perdonar. Que comprendamos. La pregunta siempre es, ¿cómo lo haría Jesús?
-También
pidió que lo bendijeran a él en la plaza San Pedro.
Otro gesto que
va en el mismo sentido: bendijo a los presentes y pidió la bendición de los
presentes.
–El diálogo
abierto con los periodistas marca una diferencia enorme con la fuerte
confrontación que el Gobierno tiene con la prensa, desde hace años. ¿También
ese podría leerse como un gesto hacia el kirchnerismo?
–Francisco ya
no está en Buenos Aires. Es el papa y su gesto debe ser leído en otro contexto.
Es un error nacionalizar todo lo que hace. Hoy le habla al mundo.
–También
habló de la corrupción. ¿Qué significa eso?
–Volver a rehabilitar la
política. Es probable que Francisco se haya inspirado en los obispos franceses
cuando habló de la corrupción y de volver a la idea de nobleza en la política.
Volver a la idea de que para ser político hay que tener grandeza de corazón
porque es ocuparse de la vida de los demás. La corrupción deja en la hambruna a
mucha gente, y eso es lo que tenemos que mirar. Tiene un texto, que escribió
cuando era arzobispo, cuyo título es Corrupción y pecado. Pecadores somos
todos, pero la justificación de la corrupción como si estuviera bien ya está en
otro plano. Hace mucho que Francisco se ocupa de estos temas y, como sacerdote,
eso me hace sentir representado.