En la noche del sábado al
domingo, la fachada de la iglesia parisina de San Nicolás de Chardonnet (siglo
XIII, reconstruída en el XVII) fue atacada con pintura roja. El mismo domingo
17, durante la Santa Misa de las 10:30, un grupo de «antifas» irrumpió
violentamente en la iglesia y procedió a arrojar bombas fétidas y bengalas.
Situada en pleno centro de París,
en la calle de los Bernardinos, «Saint-Nic», como suelen llamarla los fieles de
Misa tradicional (a la que volvió en 1977 tras ser ocupada a iniciativa de
Monseñor François Ducaud-Bourget, quien la dejó en manos de la Hermandad de San
Pío X), ya sufrió un atentado con bomba en diciembre de 1978.
La indiferencia en medios
políticos y eclesiásticos es total. Cabría preguntarse cuál sería la reacción
si el ataque se hubiera realizado contra una sinagoga o una mezquita. O contra
un templo católico durante un «acto ecuménico» profanatorio, en loor de los
judíos, por ejemplo. Aunque el ataque consistiese en rezar el Rosario