Otra mirada de lo ocurrido en la Catedral de Buenos Aires.
Aclaración: El Sr. Beccar Varela nota que “se presentó con una boina roja en la cabeza -sabiendo que los hombres no deben estar cubiertos dentro de una iglesia”. Es comprensible que esto indigne, si no se tiene la adecuada información. Aclaremos que el Papa Pío XII autorizó la boina colorada dentro de las iglesias porque es un signo de la cruzada española (guerra civil).
Artículo aparecido en La Botella al mar, 15-Nov-2013.
Aclaración: El Sr. Beccar Varela nota que “se presentó con una boina roja en la cabeza -sabiendo que los hombres no deben estar cubiertos dentro de una iglesia”. Es comprensible que esto indigne, si no se tiene la adecuada información. Aclaremos que el Papa Pío XII autorizó la boina colorada dentro de las iglesias porque es un signo de la cruzada española (guerra civil).
Artículo aparecido en La Botella al mar, 15-Nov-2013.
UNA PROFANACIÓN Y SUS REPULSIVOS PORMENORES
Por Cosme Beccar Varela.
Considerando la publicidad que se le ha dado al acto
realizado en la Catedral de Buenos Aires esta semana, no puedo evitar referirme
al caso, tan clara, concisa y contundentemente como me sea posible.
1) Lo que hizo Mons. Poli en la Catedral, con la presencia aquiescente
del Nuncio de Su Santidad, es decir, una ceremonia ecuménica con rabinos y
pastores protestantes, es lisa y llanamente una profanación del lugar santo.
Una iglesia católica es un lugar consagrado en el cual se guarda el
Santísimo Sacramento. No puede dedicarse a otra cosa que al culto legítimo del
verdadero Dios. Lo que hicieron, presidido por Mons. Poli, Arzobispo de Buenos
Aires, flanqueado por rabinos y pastores protestantes, es repudiable,
independientemente de la intención que tuvieran. Y la conformidad del Nuncio,
sentado en primera fila, es aberrante.
2) Si querían rezar por las víctimas del nazismo, podrían haber dicho
una misa sin aditamentos judaicos y no sólo por las víctimas judías de Hitler
sino también por los miles de católicos asesinados por ese malvado, entre los
cuales recuerdo a los jóvenes héroes que editaban una hoja contra el nazismo
llamada “Die weise Rose” (“La rosa blanca”) condenados a muerte por jueces
serviles y prevaricadores, muy semejantes a los que hoy tenemos en este país.
Podrían haber rezado también por los miles de católicos asesinados por
los musulmanes en los países que dominan. El caso más reciente es el de los
católicos quemados vivos por musulmanes en Nigeria, cuyo horrendo “video”
publiqué en el nro. 4514 de la sección “Correo del Lector” del 14 de Noviembre
de este año.
No. Prefirieron adular al judaísmo inventando esa despreciable parodia
en el interior mismo de la Catedral de Buenos Aires. Con lo cual, las
desgraciadas víctimas de Hitler se vieron privadas del mérito infinito de una
misa católica que sirviera de alivio a las penas del Purgatorio que sufren los
que en él se encuentren. Si ellos hubieran podido opinar desde su lugar de
reparación, hubieran votado unánimemente por la misa católica y el rechazo de
la pantomima que organizó el indigno Arzobispo de Buenos Aires.
3) No les importó, que a pocos metros de esa siniestra payasada,
estaba Dios mismo oculto bajo las apariencias del pan en la Sagrada Eucaristía
guardada en el Sagrario. El divino Redentor tuvo que sufrir la afrenta de ver
campantes y triunfantes en Su iglesia a los descendientes de sus asesinos,
asistidos por los descendientes de judas iscariote.
4) Los católicos debemos rezar por las víctimas del nazismo, pero
también por las del comunismo y las del islamismo, por las cuales no nos consta
que el Arzobispo de Buenos Aires haya organizado ceremonia alguna. Está claro
que no merece el cargo que ostenta, aunque debamos acatarlo en cuanto no
contradiga la fe católica.
5) Hubo un grupo de fieles católicos que estuvieron en la Catedral
rezando el Rosario en reparación de la enormidad que allí se estaba cometiendo.
Fueron valientes pero imprudentes, sobre todo un señor maduro que se presentó
con una boina roja en la cabeza -sabiendo que los hombres no deben estar
cubiertos dentro de una iglesia-. Los jóvenes, casi niños, que rezaban el
Rosario son dignos de la mayor admiración pues no podían advertir la
imprudencia a la que habían sido llevados. Sin querer, dieron ocasión a la
prensa anticatólica en su totalidad, de insultar y ridiculizar al catolicismo y
de tergiversar el significado del acto de reparación.
Quienes los invitaron a realizar ese acto heroico,
gente de más edad y hasta un sacerdote, debieron saber que el poder
eclesiástico lo tienen estos enemigos, como el Arzobispo Poli, y que era
imposible impedir que consumaran su crimen. Ellos tienen un poder análogo al
que tenían Anás y Caifás sobre Nuestro Señor Jesucristo para entregarlo al juez
inicuo y prevaricador que lo condenó a muerte, a sabiendas de que era inocente.
Cuando San Pedro, en el Huerto de los Olivos sacó la
espada para defender al Salvador contra las huestes de los sacerdotes
apóstatas, Él le mandó envainarla, no porque estuviera mal defenderlo, sino
porque debía dejar que los judíos acabarán su deicidio y de esa manera se
cumpliera la obra de nuestra Redención.
En este caso ocurrió algo semejante. Los buenos
católicos que valientemente fueron a rezar el Rosario, no pudieron impedir que
la profanación se cometiera ni tampoco que la prensa se hiciera una fiesta
negra con su difamación.
Unidos, los sacerdotes infieles, los rabinos, los
pastores protestantes y los representantes del poder temporal que allí estaban,
los agredieron (incluyendo un neo-judas iscariote con “kipá” que abrazó
hipócritamente al sacerdote que rezaba el Rosario, como un siniestro remedo del
beso en el Huerto) sin que ellos pudieran defenderse porque ni siquiera tenían
la espada que tenía San Pedro.
El más repulsivo de los agresores fue ese servil
adulón de lo “políticamente correcto” que se llama Eduardo Amadeo. Insultó
gratuitamente a los humildes reparadores gritándoles: “¡Nazis miserables!”.
Este individuo, digno del más encendido de los repudios, que imita la figura de
Jorge VI de Inglaterra y la de Nicolás II de Rusia con su amanerada barba, que
finge ser un aristócrata cuando no es más que un don nadie y peronista logrero
que milita contra todas las jerarquías naturales, no por convicción sino por
afán de lucro, se permitió insultar a los que rezaban el Rosario, sabiendo que
la prensa registraba su bajeza. Esa propaganda fueron los 30 denarios de su
traición, como los de judas iscariote.
El diputado aparece también en el “video” que filmaron los buenos
católicos y así pude ver su degradante “show” de sumisión al “Pensamiento Único”.
Allí quedó registrada su bajeza incalificable, su cobardía (porque sabía muy
bien que nadie le respondería con la contundencia que se merecía) y queda
grabada ad perpetuam rei memoriam.
Resumiendo: aquello fue un “show” blasfemo con diversos actores, desde
el Nuncio y el Arzobispo, hasta la cucaracha diputeril mencionada.
¡Bien por los jóvenes valientes que rezaban el
Rosario! Mal para los mayores que no supieron discernir la situación en
que se ponían. El Rosario valía igual rezado en la puerta de la Catedral
o en otra iglesia o en su casa. Hubieran dejado que dentro de la Catedral “los
muertos enterraran a los muertos”.... No podían evitarlo.