Artículo
aparecido en Vatican
Insider, 20-11-2013.
“La agresión no puede ser un acto de fe”:
Papa Francisco.
BERGOGLIO, AMIGO DE LOS JUDÍOS
Los absurdos ataques contra diferentes
iglesias y contra la catedral de Buenos Aires
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
CIUDAD DEL VATICANO
Argentina no sólo
tiene un Papa, el primero de su historia. También vive momentos de turbulencia
religiosa. Así quedó demostrado la semana pasada cuando un grupo de jóvenes
irrumpió en una liturgia interreligiosa que se celebraba en la catedral de
Buenos Aires. El episodio se convirtió en un escándalo nacional. Y Francisco
intervino, en privado pero con una simbólica frase: “la agresión no puede ser
un acto de fe”.
La tarde del 12 de
noviembre estaba previsto un acto para conmemorar el 75 aniversario de la noche
de los cristales rotos, el ataque contra casas y templos judíos que dio inicio
al Holocausto. Encabezaba la ceremonia el arzobispo de la capital argentina, Mario
Poli.
El año pasado ese
lugar lo ocupó Jorge Mario Bergoglio. La tradición de recordar aquel momento
histórico inició 15 años atrás. En las primeras ocasiones el encuentro tenía
lugar en diversos templos católicos y luego se trasladó a la catedral. Pero en
este 2013 las cosas fueron distintas.
A poco de comenzar
la celebración un grupo de unas 40 personas, la mayoría adolescentes, ingresó
al templo y se puso a rezar el rosario en voz alta. Algunos muchachos
repartieron panfletos en los cuales se podía leer: “Fuera adoradores de dioses
falsos del templo santo”. Mientras tanto un hombre, con una boina roja,
arrebató el micrófono para instar a que terminase el acto. Todo ante la mirada
estupefacta de los varios líderes religiosos que presidían.
Rápidamente la
situación degeneró. Los quejosos no dejaban de rezar mientras varios de los
presentes los conminaban a irse. La tensión era evidente. A lo lejos el nuncio
apostólico en Argentina, Emil Paul Tscerrig, observaba la escena desconcertado.
Los quejosos nunca
se identificaron. Nada dijeron a quienes les gritaban para que se fueran y
tampoco respondieron a las provocaciones, como la del diputado Eduardo Amadeo
que no dejaba de sacarles fotografías con su celular y de llamarles, enojado: “miserables
nazis”. Ellos sólo siguieron rezando el rosario, casi gritando y encabezados
por un sacerdote.
Al final de la
oración se levantaron y se fueron. La liturgia pudo continuar. El arzobispo
Poli pidió disculpas y aseguró a los “amigos judíos” que “siempre serán
bienvenidos” en la catedral.
Aquella noche la
polémica se trasladó a la prensa. Los medios de comunicación calificaron de “ultracatólicos”,
“lefebvristias” y “radicales” a los jóvenes. Ninguno pudo establecer
exactamente su filiación o pertenencia, quizás por ello indicaron que se
trataban de miembros de la Fraternidad de San Pío X, el grupo cismático fundado
por Marcel Lefebvre.
De los medios la
controversia se mudó a la red, con encendidos debates en las redes sociales y
en el blog www.pagina-catolica.blogspot.com. Desde allí partió la iniciativa
que fue considerada como un desagravio ante una profanación.
El episodio no pasó
desapercibido, superó las fronteras argentinas y llegó hasta El Vaticano. Fue
materia de conversación este martes entre Francisco y seis miembros del Comité
Latinoamericano de Líderes Religiosos por la Paz.
Entre ellos estaba
el director ejecutivo del Congreso
Judío Latinoamericano (CJL), Claudio Epelman, quien tras saludar
al Papa le dijo que “la prédica de la intolerancia es una forma
de militancia que debe ser superada”. “La agresión no puede ser un acto de fe”, respondió
Bergoglio.
“Con este encuentro, el Papa ha puesto de
manifiesto, una vez más, su firme compromiso personal para la construcción de
puentes entre las religiones y para trabajar junto a todos nosotros para
asegurar la paz”, apuntó Epelman.