Por: Roberto López Geissmann H.
Acabo de
recibir con alegría la pública petición de disculpas del autor del panfleto
repartido durante el intento de desagravio por la conmemoración ecuménica de la
“Noche de los Cristales Rotos” en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. El
autor del panfleto reconoce haberse equivocado en la redacción del último párrafo
donde se dice: “Porque has de rendir cuentas a Dios, uno y trino, EL HIJO DE LA
INMACULADA”.
Admite que fue corregido por el
P. Bouchacourt, quien le presentó LAS MISMAS RAZONES QUE HE VENIDO UTILIZANDO
EN ARTÍCULOS ANTERIORES. En realidad, él quiso decir: “Porque has de rendir
cuentas a Dios Uno y Trino. Porque tu Juez será el Hijo de la Inmaculada”.
Este público
reconocimiento de haber cometido un error y querer evitar crear confusión, es
una actitud muy digna, que demuestra la caballerosidad del autor, su humildad y
la ausencia de cualquier tipo de obstinación errática. Como bien he venido
haciendo notar, nunca pensé que esto se tratara de error formal. Agradezco de
corazón esta noble actitud, y esperaría que sirviera de ejemplo para todos
nosotros que nos consideramos fieles a la Tradición católica, como muestra de
la grandeza de la verdadera humildad que es capaz de admitir el error y
rectificarlo. Reitero a todos, especialmente a quienes participaron en el
desagravio en la Catedral, que jamás publique mis críticas con afán de hacerles
daño a un grupo de católicos cuyas intenciones eran las mejores, y que como ya
he dicho también, más allá de si concordemos en todo lo dicho y hecho allí,
muestran un espíritu generoso y combativo, el cual nos está haciendo mucha
falta en nuestras filas católicas.
Mi único
objetivo fue impugnar el error material contenido en la frase final del
panfleto, no desprestigiar personas. Y es mi deber corresponder a este
encomiable y cristiano reconocimiento, publicando las palabras del autor del
panfleto, añadiendo a ello, mi adhesión total a su noble gesto, haciendo votos
para que quienes lean este texto, sepan también aceptar las disculpas que ha
ofrecido. Que las experiencias vividas se conviertan para nosotros en fuente de
reflexión para siempre buscar mejorar lo que nos haga falta y nos enseñen
también a no ser prontos para acusar y juzgar las intenciones de las personas,
sin antes permitirles justificarse o aclarase. Y si tenemos la iniciativa de
refutar el error, no vaya sin en el genuino deseo de hacerlo por la defensa de
la fe y la fraterna corrección del errado, sabiendo que no siempre nuestros
fallos son fruto de la malicia. A continuación, las palabras mismas del autor
del panfleto:
Señor
López G. H:
Dado que
firma su artículo le escribo; sin embargo le ruego no publique esto hasta que
aclare un poco el panorama. Por supuesto, es un ruego, puede aceptarlo o no.
En primer
lugar debo darle la razón, en cuanto a que lo expresado, tal como está, es un
error. En segundo lugar debo decirle que el autor soy yo, y no fue supervisado.
En tercer lugar debo decirle que el mismo Padre Bouchacourt me llamó la
atención sobre el mismo, por razones que ud. expresa, y por otras de orden
prudencial.
En descargo
personal puedo decirle que yo Creo en lo que Ud. expresa, tal como bien lo
corrige, porque es lo que cree la Iglesia, y lo que me enseñaron mis
Sacerdotes.
El error,
sin embargo, es no haber transmitido con calma lo que deseaba, y mezclar en una
oración tanto que quise decir. Mea culpa: gracias por la aclaración, que
nadie se mueva a error por mis dichos.
Como tradicionalista, no soy inventor de proposiciones filosóficas, solo afirmo lo que la Iglesia dice. Y no fue el caso, claro.
Como tradicionalista, no soy inventor de proposiciones filosóficas, solo afirmo lo que la Iglesia dice. Y no fue el caso, claro.
Tal vez
nuevos errores surjan de mi aclaración, ruego dispense la intención, y me crea
que leo y estudio, aunque con frutos visiblemente escasos. Debí decir: “porque
has de rendir cuentas a Dios Uno y Trino. Porque tu Juez será el Hijo de la
Inmaculada”.
En otro
orden, al tomar el micrófono, también dije una burrada: “estos actos ofenden al
mundo…” El autor de Pag. católica agrega “y a Dios”, que yo no dije.. Mi lengua
jugó mal papel: “estos actos ofenden al mundo porque el castigo de Dios cae
sobre él, sobre justos e inocentes”.
Dado que
hoy por hoy estoy a la vista de variados ataques, los cuales acepto como
consecuencia de lo hecho, le ruego nuevamente a Ud., que usa su nombre y
apellido, elija el momento en que esta nota que le dirijo cause menos daño a los
que protagonizamos el hecho. No contribuya con su puñal, porque el beneficio no
es para la causa de Dios.
Muchas
gracias
Alejandro
Bunge
ACM