Otro triste episodio, fruto de la falsa concepción moderna
(y modernista) de la libertad religiosa.
Este concepto de libertad religiosa
niega que el Estado deba ser confesional y católico, pues proclama el derecho
natural de profesar cualquier creencia, en nombre de la dignidad de la persona
humana, derecho inviolable que el Estado debe respetar. El Papa León XIII, en
la Carta Encíclica Libertas, afrma
que: “Siendo pues, necesario, al Estado profesar una religión, ha de
profesar la única verdadera, la cual sin dificultad se conoce, singularmente en
los pueblos católicos, puesto que en ella aparecen como sellados los caracteres
de la verdad” (n° 27). Luego el Estado neutro, ateo, o pluralista está
en contra de esta verdad porque al poner al pie de igualdad las falsas
religiones con la verdadera, la que temrina siendo destruida y relativizada, es
la verdadera religión.
Este error emana del documento conciliar Dignitatis
Humanae, el cual, contradice el Magisterio y la Tradición Católica.
El Vaticano
impone a Liechtenstein el abandono de la religión católica.
Vaduz / Bruselas /
Madrid, 15 noviembre 2012,
festividad de San Alberto Magno, obispo, confesor y doctor. Si al empezar el
pasado mes de julio FARO recogía la buena noticia de la derrota en referéndum
en Liechtenstein de la propuesta de abolir el derecho a veto de su Príncipe
Soberano (cuyo sucesor, S.A.S. Alois von und zu Liechtenstein, había anunciado
que vetaría la legalización del aborto y otras leyes contra natura aunque
fuesen aprobadas en referéndum) hoy tenemos que volver a dicho Principado por
causa de una muy mala noticia.
Anuncia InfoCatho.be que «El
principado de Liechtenstein y la Santa Sede han concluido las negociaciones con
vistas a un nuevo concordato sobre las relaciones Iglesia-Estado. El gobierno
de Liechtenstein ha comunicado que la firma del acuerdo debería tener lugar a
principios de diciembre.
El parlamento del
Principado debate este acuerdo durante una sesión extraordinaria convocada el
15 de noviembre de 2012. El punto principal de este nuevo tratado es que ya no
se define a la religión católica como la Iglesia nacional [sic]. Esta modificación
constitucional abre el camino a la igualdad de las religiones. También
significa que la Iglesia católica abandona los privilegios ligados a su
condición de religión del Estado.
La nueva reglamentación
debe regular principalmente la cuestión de la enseñanza de la religión en las
escuelas así como la de la financiación de las comunidades reconocidas. El
gobierno del principado propone la introducción de un impuesto eclesiástico
para las religiones reconocidas».
El pequeño Principado de
Liechtenstein gozaba prácticamente de unidad religiosa de hecho hasta hace no
muchos años, cuando la inmigración introdujo algunos elementos extraños, aún
muy minoritarios. Mayor es la presencia de la irreligión, como ha ocurrido en
todas las sociedades católicas a raíz del C. Vaticano II. El mismo que
introdujo, especialmente en su declaración Dignitatits humanae, la
falsa doctrina de la libertad de cultos («libertad religiosa»), en virtud de la
cual el Vaticano tomó la iniciativa de obligar a los estados católicos a
imponerla, y a renunciar después hasta a la mera confesionalidad católica o al
requisito de que el jefe de Estado profesara la Religión verdadera (casos de
España, Colombia, el cantón suizo de Valais, las repúblicas italiana y
argentina, etcétera).
Después de esta nueva
muestra de descatolización gratuita y de cambios legislativos en favor de las
sectas exigidos otra vez por el propio Vaticano, queda por ver si aquellos que
siguen sosteniendo la obediencia ciega a la actual jerarquía sacan las
conclusiones adecuadas. Especialmente aquellos que por otro lado dicen seguir
sosteniendo la Realeza Social de Cristo Nuestro Señor.
“La separación del poder político
respecto del orden moral y religioso no puede ser aceptada por un espíritu
cristiano, ni aun creyente de otra fe, más que como apostasía o como pecado. El
régimen estatal o de convivencia neutra nació a la realidad con la escisión
religiosa del siglo XVI, pero no se erigió en teoría hasta el racionalismo y el
estatismo, que son plantas de suelo arreligioso y agnóstico [...] antes de
llegar a tal situación y de admitirla, el cristiano ha de luchar hasta el final
por conservar comunitariamente esa unidad religiosa, considerada siempre como
el bien más precioso que ha recibido de sus antepasados y el patrimonio que
debe transmitir a sus hijos”. (Rafael
Gambra, La unidad religiosa y el derrotismo católico).
Fuente: http://carlismo.es/agenciafaro
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