1) Es el Estado quien debe defender el orden público. La
población acude en defensa de sus bienes cuando falta el Estado. Ocurre con la
seguridad, con el desorden económico, y también con la defensa de los bienes
fundamentales de una nación: la Fe y las familias.
2) La experiencia de la Catedral de Posadas nos dejó en
desamparo. Hasta el Clero abandonó su puesto. El Estado obedeció al Clero y no
apareció a poner orden. Sólo parte de la población defendió lo que había que
defender supliendo los poderes del Estado. Y los que atacaron, sabiendo que no
habría orden público, pasaron la raya. La de la decencia, la del orden, la de
la dignidad, la de lo humano. Actuaron como endemoniados.
3) Nos planteamos que eso no ocurriría en el ataque a la
Catedral. No manifestaron Las Rojas, el Mas y el PO a favor del aborto.
Manifestaron en contra de la Iglesia, en contra de la Fe y de la familia. Sus
lemas fueron públicos: “la Iglesia que más ilumina es la que arde”. Y sabemos
que son capaces, porque lo intentaron en Posadas.
4) Apareció el estado. Apareció el orden público. ¡Bien! La
brigada antimotines en canchas de fútbol se hizo presente. No como dice la
prensa. Digámoslo: de espaldas a nosotros, formando un cordón frente a las
hordas ululantes (había quienes ululaban). Nosotros hubiéramos podido pegarles,
degollarlos. No esperaban de nosotros un ataque. La Policía lo esperaba de Las
Rojas, del Mas y del PO. Recibieron insultos, escupidas, golpes, botellazos,
petardos, pintura. Todo lo que hubiéramos recibido nosotros, menos de lo que
hubiera recibido la Catedral.
5) Apareció la prensa. ¿Imparcial? No, sólo del lado de
ellos. La policía temía el ataque de ellos, la prensa no. Pasó un fotógrafo.
Foto y foto, con obsesión irritante al sacerdote y a nosotros. ¿Foto a la cara?
Sí, y al bajo vientre (¿?). Se llama mala leche. Si le avisás que se le puede
romper la cámara en el tumulto (el seguro no cubre esa rotura) te dice ¿me
amenazás? Pero se da vuelta y se va. Y publica todo lo que puede en contra
nuestro. ¿Fotografiaron el desastre que hicieron estos/as endemoniados con las
paredes del Cabildo y del palacio municipal? ¿Qué impuestos van a pagar esos
daños? Las bombas de pintura, las meadas, los graffitis insultando Iglesia y
policía, pidiendo muerte y fuego. Los mismos que acusan de eso a la
Inquisición. Santa Inquisición.
6) La resistencia. Hubo de todo. Quienes preferimos marcar
el límite y quienes prefieren resistir a pie firme sin responder. El enemigo
nos une por el espanto. No todos pensamos igual. Incluso sabemos que una
espiral de violencia no nos conduce. Ni a la Patria católica, ni al orden
deseado. ¿Qué camino queda? Que el buen Dios conduzca las acciones y nos
inspire la prudencia. Pero estos endemoniados no pueden avanzar más.
7) Volver al principio. El Estado debe poner orden. Los
católicos no dejaremos que estos pederastas, asesinos de niños, perversores de
jóvenes, odiadores de la Fe, travestidos monstruosos, sigan campeando por las
calles como si su delito fuera un derecho. El Estado debe castigar el delito.
Este, el de los ladrones y los asesinos. Si el Estado no lo hace la población
lo hará. Los católicos lo harán. Aún y a pesar de su clero.
8) Las gracias. A los mártires de La Vendeé. A los
Carlistas. A los mártires de la guerra civil argentina y al General Juan
Facundo Quiroga, que nos enseñó que cuando la revolución asalta las Iglesias,
mata los Sacerdotes y viola las mujeres o niños, la única bandera posible es
Religión o muerte (que es como decir Orden o muerte). Al general Rosas que
sacrificó su felicidad en defensa del Orden. A los Cristeros. A los mártires de
la guerra española del ´36. A los que vieron la revolución mundial y murieron
en defensa de un orden que dos Guerras mundiales arrebataron. A los mártires de
Rumania, Hungría, Polonia y los países de esa región. A los millones de
mártires rusos. A los mártires cubanos, víctimas de la pistola del Che. A los
mártires americanos que pararon la guerrilla. A Genta. A Sacheri. A tantos que
en la Patria murieron defendiendo la Fe y la familia. A la Iglesia que resiste
los cambios revolucionarios que anidan en su interior. A todos los anónimos que
nos marcaron el camino de la contrarrevolución desde la Rev. Francesa a nuestros
días. Y desde antes. Gracias. Recen por nuestro pueblo, por nuestros pueblos,
por la Cristiandad bendita.
Alejandro Bunge