“Para practicar la política de la conciliación cueste lo que
costare con los adversarios y a veces con los peores enemigos, los
conciliadores recurren a métodos muy amplios, a exposiciones complacientes. Es
conocida su terminología: tregua a las divisiones (...) comprensiva
flexibilidad, silencio sobre los puntos discutibles (...). Y nada corrige sus
ingenuas ilusiones, ni las mofas ni los chascos ni los fracasos. Casi han
perdido el sentido de la afirmación y del hablar francamente, y el miedo de
chocar y de desagradar al adversario (...) les impide decir un no categórico”.
Monseñor
Harscouët