Leemos
un fragmento de una obra que dice:
“…Estamos en
tiempos de persecución, pero por encima de toda consideración acomodaticia, la
fidelidad a Jesucristo nos exige defender, promover, enseñar, transmitir las
verdades inmutables -los principios no negociables- aunque todos sabemos que al
no aceptar los esquemas mentales políticamente correctos, rechazamos ser
incluidos en la categoría de nuevo ciudadano, según lo que el Nuevo Orden
define como paradigma de la nueva ciudadanía (el perfecto ciudadano del Nuevo
Orden es un individuo colonizado intelectual y espiritualmente, narcotizado,
acrítico, sumiso).
Me viene a la
cabeza la gran apostasía en el Apocalipsis, y recuerdo especialmente una novela
del P. Leonardo Castellani, Su Majestad Dulcinea.
En esa novela
apocalíptica, Castellani retrata a la iglesia infiel, la iglesia apóstata de
los últimos tiempos, perseguidora de la Iglesia de Cristo, que se ve reducida a
unos pocos fieles. Los jerarcas corruptos de esa caricatura de iglesia,
serviles ante el poder político, mendicantes de protagonismo temporal,
aduladores del Anticristo, habían reemplazado – dice Castellani – las tres
virtudes teologales, Fe, Esperanza y Caridad, por prosperidad, democracia y
dulzura, encandilando así a la mayoría de los bautizados, porque al demonio, no
le interesa ya matar, sino corromper, envenenar y falsificar a través de esos
falsos profetas…” (Mons. Juan Claudio Sanahuja, Poder Global y Religión Universal, Ed. Vortice 2010. Pags. 80-81.)
Y
esa Iglesia que ha perdido la fe de la cual habla Castellani, el miércoles de
ceniza pasado, ha hecho de la liturgia una cosa política,
patética, carnavalesca y sin el menor sentido del tiempo penitencial que comienza
con las cenizas, invitando a participar especialmente a un gobierno que promueve todas las aberraciones anticristianas y todo tipo de injusticias, demostrándole así apoyo y aprobación a todas sus fechorías. Vemos aquí un video y la noticia aparecida en La Nación, 06-Mar-2014.
Misa en la villa en homenaje a Chávez
Por Mariano
Obarrio | LA NACION
Cristina, con una
imagen de la Virgen María. Foto: Santiago Filipuzzi
En una
celebración religiosa que combinó la liturgia de una misa de los curas villeros
y de un acto político oficialista, con ruidosa presencia de agrupaciones
juveniles kirchneristas, la presidenta Cristina Kirchner conmemoró ayer
el primer aniversario de la muerte del ex presidente de
Venezuela Hugo Chávez.
Eligió hacerlo
con una misa en la puerta de la parroquia de la Virgen de los Milagros de
Caacupé, sobre la calle Osvaldo Cruz, en el barrio de Barracas y en pleno
corazón de la villa 21-24, una zona azotada por la pobreza y
el narcotráfico.
Como invitado de
honor, sentado a la derecha de Cristina, estuvo el embajador venezolano Carlos
Eduardo Martínez Mendoza, de remera roja. Asistió acompañado por una delegación
de diplomáticos y militares chavistas, con uniforme de gala.
La misa fue
celebrada por el padre Lorenzo de Vedia, conocido como el "padre
Toto", de fuerte trabajo en la villa. Es el sucesor al frente de esa
parroquia del padre José María Di Paola, apodado "padre Pepe", quien
emigró a Santiago del Estero en 2011 por amenazas de muerte del narcotráfico y luego
regresó al conurbano bonaerense. "Esta visita reivindica el trabajo de
nuestros curas villeros", dijo De Vedia, durante la homilía.
En tanto, el
Gobierno envió a Venezuela al vicepresidente Amado Boudou, para participar de
los actos encabezados por Nicolás Maduro, como otra muestra de apoyo a Caracas
tras las recientes revueltas juveniles reprimidas por el chavismo con decenas
de muertos.
El "padre
Toto" había recibido el jueves pasado el llamado del secretario
general de la Presidencia, Oscar Parrilli, que le transmitió el pedido
de Cristina Kirchner de conmemorar a Chávez con una misa por "la vida, la
paz y la democracia". El sacerdote repitió esa intención durante su
homilía y elevó una oración especial por Hugo Chávez y por el fallecido ex
presidente Néstor Kirchner.
En consonancia,
la Presidenta, vestida de blanco y con una flor al tono en el pelo, habló sólo
al final de la misa a un canal local. "Chávez está rodeado de los barrios
populares, a Chávez, como a Néstor, los custodia el pueblo."
A metros del
altar y las butacas improvisadas sobre la calle Osvaldo Cruz, los militantes de
La Cámpora, Kolina, Patria Grande, Martín Fierro, Peronismo Militante y
Juventud K, entre otros, no repararon en la solemnidad de la celebración y la
emprendieron a cada rato con sus estribillos partidarios.
El "padre
Toto" recordó que Francisco, cuando era cardenal, promovió la parroquia y
el madrinazgo de la Virgen de Caacupé para todo el barrio. También subrayó el
impulso del Santo Padre al Hogar de Cristo, un activo centro de capacitación laboral
e inclusión social que coordinan los curas villeros.
En primera fila
estaban con Cristina la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner; el jefe
de la Sedronar, el también cura Juan Carlos Molina; el camporista Andrés
Larroque; el ex canciller Jorge Taiana, y el líder piquetero Luis D'Elía, entre
otros. Todos ellos lucieron piadosamente una cruz de cenizas marcada en la
frente como parte de la ceremonia por el Miércoles de Ceniza, el inicio del
tiempo de la Pascua cristiana.