Debido a los tiempos modernos que
corren, prestos de hacer contra a todo lo que sea sacro, se ha perdido –en casi
todas las Iglesias– el uso de la mantilla. Solamente ha quedado –y sujeta a los
cambios de las modas– el uso de la mantilla en alguna que otra vestimenta de
nupcias. La mantilla, como se la ha conocido durante siglos, solamente se sigue
utilizando por los grupos de católicos tradicionales y en algunas Iglesias que
hay en Roma y que suelen –a pesar de las reformas que se han realizado– ser más
conservadoras en el aspecto moral del uso de la mantilla. Ahora bien, ¿cuál es
el fundamento de esta milenaria costumbre de que las mujeres católicas se cubran
la cabeza en el templo y qué ha significado hasta nuestros días aquél signo?
Conveniencia de que las mujeres utilicen velo o mantilla durante la Misa
El uso de la mantilla sobre la
cabeza durante la santa Misa es una antigua tradición. San Pablo escribe sobre
esta práctica en el capítulo undécimo de su primera carta a los corintios. El
comienza su explicación de esta manera:
San Pablo
«Sed imitadores míos tal cual soy yo
de Cristo. Os alabo de que en todas las cosas os acordéis de mí, y de que
observéis las tradiciones conformes os las he transmitido. Más quiero que
sepáis que la cabeza de todo varón es Cristo, y el varón, cabeza de la mujer, y
Dios, cabeza de Cristo. Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta,
deshonra su cabeza. Más toda mujer que ora o profetiza con la cabeza
descubierta, deshonra su cabeza; porque es lo mismo que si estuviera rapada. Por
donde si una mujer no se cubre, que se rape también; mas si es vergüenza para
la mujer cortarse el pelo o raparse, que se cubra. El hombre, al contrario, no
debe cubrirse la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios, mas la mujer es
gloria del varón. Pues no procede el varón de la mujer, sino la mujer del
varón, como tampoco fue creado el varón por causa de la mujer, sino la mujer
por causa del varón. Por tanto, debe la mujer llevar sobre su cabeza (la señal de estar bajo)
autoridad, por causa de los ángeles. Con todo, en el Señor, el varón no es sin
la mujer, ni la mujer sin el varón. Pues como la mujer procede del varón, así
también el varón (nace) por medio de la mujer; mas todas las cosas son
de Dios. Juzgad por vosotros mismos: ¿Es cosa decorosa que una mujer ore a Dios
sin cubrirse? ¿No os enseña la misma naturaleza que si el hombre deja crecer la
cabellera, es deshonra para él? Mas si la mujer deja crecer la cabellera es
honra para ella; porque la cabellera le es dada a manera de velo.» [Traducción
bíblica de Mons. Straubinger -TMS-]
Finalmente, ¿alguno encontrará alguna razón
para argumentar lo contrario?, San Pablo escribe:
«Si, con todo eso, alguno quiere
disputar, sepa que nosotros no tenemos tal costumbre, ni tampoco las Iglesias
de Dios.» [TMS]
Siguiendo a San Pablo y a la antigua práctica
de la Iglesia,
el Código de Derecho Canónico de 1917 requería que las mujeres usasen velos o
mantillas durante las funciones litúrgicas:
«Los varones, ya sea dentro o
fuera de la Iglesia
[al pasar por el frente, por ejemplo], mientras asisten a los ritos
sagrados, deben llevar la cabeza descubierta, a menos que las costumbres locales
lo aprueben o se den circunstancias particulares, no se determinará otra cosa. Las
mujeres, sin embargo, deberán cubrirse la cabeza y vestirse con modestia,
especialmente cuando se aproximan a la mesa del Señor.» [Can. 1262, par. 2]
En tiempos recientes el
cubrirse la cabeza no ha sido una práctica común, ¿qué sucedió? En 1976, la Sagrada Congregación
para la Doctrina
de la Fe
emitió el decreto Declaración sobre la Admisión de Mujeres al Ministerio Sacerdotal
(Inter insigniores), el cual subrayaba la razón por la cual las mujeres no
pueden ser sacerdotes (o sacerdotisas). En este decreto leemos:
«Pero hay que notar que esas
prescripciones, probablemente inspiradas en las costumbres del tiempo, no se
refieren sino a prácticas de orden disciplinar de poca importancia, como, por
ejemplo, a la obligación por parte de la mujer de llevar un velo en la cabeza;
tales exigencias ya no tienen valor normativo.» [http://multimedios.org/docs/d001038/]
Mujeres en Corea portando velo o mantilla
durante la Misa
Desde este tiempo, el nuevo Código
de Derecho Canónico (1983) omite el requerimiento de cubrirse la cabeza… así,
hoy, en gran parte de la
Iglesia el que las mujeres usen el velo o mantilla sobre la
cabeza al asistir a Misa es algo muy raro. Esto no debe ser así, y pienso que
si el tema fuese mucho mejor entendido, las mujeres encontrarían en el uso del
velo o mantilla algo bueno y digno, tanto en lo individual como para la
sociedad. Al explayar mi opinión no centraré el uso del velo o mantilla en
razones de modestia o sujeción, sino sólo en su referencia a un gran misterio. San
Pablo nos dice que la mujer vino del hombre así como el hombre vino primero de
tal manera que es cabeza de la mujer… así, ellas utilizan velo o mantilla sobre
la cabeza para revelar sumisión a él. Es cierto también, sin embargo, que desde
Adán todo hombre viene de una mujer y ellas deben utilizar velo o
mantilla también por esta razón.
El Arzobispo Fulton John Sheen durante un
bautizo. La madre del niño portando su velo o mantilla.
En cada concepción, el divino
Visitante entra solamente en la mujer para crear una nueva persona, sólo en
ella desciende y, como otra encarnación, toca su útero e implanta una nueva
alma inmortal. Ahora, este es un gran misterio, ¿y cómo hemos de mostrar los
misterios?, le ponemos velos. Una niebla cubrió a la tierra durante su
creación; el humo veló el Monte Sinaí cuando Moisés recibió las tablas; una
nube recibió a nuestro Salvador en Su Ascensión. Lo sagrado es velado de tal
manera que podamos orientarnos hacia una realidad más profunda. Durante la
santa Misa, el Tabernáculo es velado debido a que contiene a Dios, así como el
cáliz es velado también puesto que lo contiene a Él también. Así como es un
gran misterio el que Dios se haga presente en nuestros altares, lo cual “vemos”
con la Fe; y así,
el que las mujeres se cubran con un velo hace más evidente que su vida forma
parte de un digno y singular papel… sólo ellas han sido escogidas como
recipientes de nueva vida. Pero, ¿qué hay de aquellas mujeres quienes no portan
un hijo en sus entrañas, las ancianas, las muy jóvenes y las estériles?,
¿deberían ellas portar velo o mantilla? Sí deberían. Ya que las ancianas o las
muy jóvenes o las estériles comparten la naturaleza de la mujer, la cual está
identificada con portar nueva vida… y la naturaleza no cambia.
«Ceremonia de recepción de la madre
en la iglesia», «Bendición de las mujeres después de dar a luz» o rito
«benedictio mulieris post partum»
Si seguimos esta lógica de utilizar
velo o mantilla, la cual apunta al misterio de la mujer, entonces podemos
comprender apropiadamente la bendición que se les da después de que han dado a
luz. Este sacramental no sólo es un acto de agradecimiento, sino una
purificación. Ahora, la purificación no se refiere en el sentido de limpiar un
objeto sucio, sino de limpiar algo que está santificado y volverá a utilizarse.
En la santa Misa, después de la
Comunión, el sacerdote purifica el cáliz, él no hace esto
porque el cáliz esté sucio, sino porque Dios ha estado ahí. Así la mujer es
purificada, no porque esté sucia, sino porque Dios ha entrado en ella, ha
tocado su útero y a través de ella ha colocado otra alma inmortal en el mundo.
Purificación del cáliz durante la santa Misa.
Para concluir, en mi opinión todas
las mujeres deberían llevar velo o mantilla sobre la cabeza durante la santa
Misa, como un signo visible y testimonio de su exclusivo privilegio y dignidad.
Si todas las mujeres comprendieran mejor esto, creo que ellas se valorarían más
y apreciarían mejor su exclusiva naturaleza maternal… la cual ha sido muy
atropellada, abandonada y combatida en nuestros días. Además, si toda mujer
reconociera este, su exclusivo privilegio, defenderían su dignidad
protegiéndose contra la vestimenta inmodesta, evitando las malas compañías y
los lugares perniciosos, y aborrecerían ser reducidas a ser el juguete de las
bajas pasiones varoniles. Por estas razones, si toda mujer comprendiese el
sagrado misterio de su condición de mujer, ellas portarían feliz, ansiosa y
honrosamente el velo o mantilla cada vez que asistieran a Misa, y un gran bien
retornaría hacia este pobre mundo que se encuentra sumido en profundas
tinieblas, por reconocer el verdadero y feliz propósito de la vida.
R. P. Christopher Hathaway, FSSP, “Conveniencia de que las mujeres utilicen
velo o mantilla durante la Misa”,
original en inglés “On the Fittingness of
the Woman’s Veil”.
Tomado de la homilía
del domingo después de la
Ascensión del 23 de mayo de 2004. Traducción:
Alejandro Villarreal -sept. 2011- Imágenes añadidas.
Fuente Biblia y Tradición.