T. S. Eliot.
Al discernir lo que hizo de
T.S.Eliot (1888-1965) “indiscutiblemente el mayor poeta de lengua inglesa del
siglo 20”, un escritor conservador inglés de nuestros días, Roger Scruton,
tiene algunas cosas interesantes para sugerir a los Católicos cuya fe pende de
un hilo en estos primeros años del siglo 21 –brevemente: ¡la solución está en
el sufrimiento mismo! Si estamos crucificados por el mundo que nos rodea, aquí
está la Cruz que debemos llevar.
Eliot era en poesía un
ultra-modernista. Como lo dice Scruton, “El derribó el siglo 19 en la
literatura e inauguró la edad de la versificación libre, la enajenación y la
experimentación”. Uno se puede preguntar si la combinación final de Eliot
compuesta de profunda cultura y de anglicanismo es una solución suficiente a
los problemas que él abordaba, pero ¿quién puede negar que con su famoso poema La
Tierra Baldía de 1922, abrió el camino a la poesía inglesa contemporánea?
La influencia enorme de sus poemas demostró por lo menos que Eliot había puesto
el dedo sobre la llaga de nuestra época. Es un hombre moderno y planteó
frontalmente el problema de la época moderna, resumido por Scruton como
"fragmentación, herejía e incredulidad".
Sin embargo, La Tierra Baldía
no hubiera sido la obra maestra que fue si no hubiera sacado algún sentido del
caos. De hecho, es un brillante retrato en sólo 434 líneas de la
"civilización" europea destrozada, tal como emergió de las ruinas de
la primera guerra mundial (1914-1918). ¿Y cómo llegó Eliot a este resultado?
Porque, como lo dice Scruton, el ultra-modernista Eliot era al mismo tiempo
un ultra-conservador. Eliot se había empapado de los grandes poetas del
pasado, en particular Dante y Shakespeare, pero también de maestros más
modernos como Baudelaire y Wagner y resulta claro en La Tierra Baldía
que es por haberse aferrado al antiguo orden que Eliot pudo
captar el desorden de la época actual.
Scruton comenta que cuando Eliot
barrió de un soplo la gran tradición de la poesía romántica inglesa del siglo
19, fue porque el romanticismo ya no correspondía más a la realidad de su
época. “Él creía que el uso por parte de sus contemporáneos de la envejecida
dicción poética y de los ritmos cadenciosos revelaba una grave debilidad moral:
un rechazo de aprehender la vida tal como es realmente, un rechazo de sentir lo
que debe sentirse frente a la experiencia que es ineludiblemente la
nuestra. Y este rechazo no se limita, pensaba Eliot, a la literatura, sino que
abarca la totalidad de la vida moderna”. La búsqueda de un nuevo lenguaje
literario por parte de Eliot constituía por consiguiente una parte de una
búsqueda más amplia –“la de la realidad de la experiencia moderna”.
Ahora bien, ¿no hemos visto acaso
y no vemos aun, la misma “grave debilidad moral” dentro de la Iglesia?
Uno puede dar el nombre de “Cincuentismo” a esta debilidad de la Iglesia de los
años 1950 que fue la causa directa del desastre del Vaticano II en los años
1960. Pues ¿que fue el “Cincuentismo” sino el rechazo de ver
francamente al mundo moderno tal como es? ¿La ilusión de que todo
era hermoso y de que todos eran buenos? ¿La ilusión de que si yo me
escondo en un angelismo sentimental, entonces los problemas de la Iglesia en el
mundo revolucionario sencillamente se esfumarán? ¿Y qué significa ahora la
ilusión de que Roma quiere realmente la Tradición Católica sino
esencialmente el mismo rechazo de la realidad moderna? Así como Eliot nos
enseña que el sentimentalismo es la muerte de la verdadera poesía, asimismo Monseñor
Lefebvre nos ha demostrado que es la muerte del verdadero Catolicismo. Este
Arzobispo ultra-conservador era el más verdadero de los Católicos modernos.
Católicos, la realidad de hoy
puede crucificarnos por cualquiera de sus numerosos caminos corruptos, pero
alégrense, otra vez, dice San Pablo, alégrense, pues en nuestra aceptación de
nuestra propia Cruz de hoy se encuentra nuestra única salvación y el
único futuro para el Catolicismo.
Kyrie eleison.
Mons. Richard
Williamson, “Comentarios Eleison”
Nº 239, 11 de febrero del 2012.