Proclamar que los Estados no
necesitan profesar o proteger la religión Católica es un error liberal clásico
y, uno de los mayores errores del Vaticano II. El liberalismo ha dicho, por así
decir, “No ataquemos al Catolicismo frontalmente, pero dividamos para reinar.
Dividamos al hombre individual de la sociedad aduciendo que el hombre no es un
animal social, y entonces podremos pretender que la religión es un asunto
puramente individual. Esto nos permitirá adueñarnos de la sociedad y una vez
que la hayamos vuelto liberal, haremos de ella un arma poderosa contra el
individuo para volverle a él también liberal, porque claro, ¡el hombre es un
animal social! Y entonces si algún individuo no quiere ser liberal, tendrá
grandes dificultades para resistir a su sociedad que nosotros habremos vuelto
liberal”. ¿No es así? ¡Miren a su alrededor! Contestemos entonces a tres nuevas
objeciones a la doctrina según la cual, para la salvación de las almas, cada
Estado tendría que ser Católico.
Excelencia, Nuestro Señor El mismo ha dicho “Dar al César
lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt.XXII, 21). Aquí
Nuestro Señor separa claramente la Iglesia del Estado. Así que ningún Estado
debería involucrarse en el Catolicismo o en cualquier otra religión.
Respuesta: No, ¡Nuestro Señor aquí no está separando
la Iglesia del Estado! Hace la distinción de sentido común entre lo que el
individuo debe al Estado (impuestos, etc.) y lo que debe a Dios (culto). De
ninguna manera Nuestro Señor dice que el Estado temporal no le debe nada al
Dios eterno. De hecho, el Estado, siendo la autoridad colectiva temporal de un
conjunto de seres humanos, le debe a Dios en sus actos de autoridad lo que
estos seres humanos deben a Dios por ser seres sociales, es decir la
observancia de su ley natural y, en lo que se refiere a la Iglesia que la razón
natural por si misma puede dar por verdadera, el Estado le debe reconocimiento
social y promoción, en la medida que actuando así no enajene las almas en lugar
de ajudar a salvarlas.
Pero discernir cual es la verdadera religión es algo que
le toca hacer al individuo, ¿Como entonces el Estado como Estado puede estar
obligado por principio a ser Católico?
Respuesta: El Estado no es más que la asociación moral (es
decir inmaterial) en cuerpo político de un mayor o menor número de seres
humanos físicos (es decir materiales). Pero cada uno de estos seres humanos,
con el solo uso correcto de su razón natural, tenga o no tenga la virtud
sobrenatural de la Fe, es capaz de discernir que Dios existe, que Jesucristo es
Dios y que la Iglesia Católica es la única Iglesia fundada por Jesucristo. Si
entonces un Estado dado no discierne que ella es la verdadera religión, no es
porque sus ciudadanos no pueden discernirla, sino porque por diversas
razones no lo hacen o no lo quieren hacer, negándose así a hacer buen
uso de la razón natural que Dios les ha dado. En realidad ellos si que podrían
discernirla, y delante de Dios todos tendrán una mayor o menor responsabilidad,
perfectamente medida por El según las condiciones qu e les son propias, por no
haberlo hecho.
Pero, Excelencia, si usted insiste en la obligación de
cada Estado de ser Católico, usted solamente generará una reacción de muchas
almas contra la buena doctrina.
Respuesta: Es por la gloria de Dios y la salvación de las
almas por lo que cada Estado tendría que ser Católico. Así, a los hombres
demasiado ignorantes o corrompidos a quienes esta verdad no hará más que alienarlos,
uno puede, sin menoscabo del principio, dudar de proclamarlo, pero esto no lo
hace menos verdadero. Los verdaderos principios no son menos verdaderos cuando
a veces en la práctica se requiere una cierta medida de prudencia en la manera
con la cual deben ser afirmados ¡Seguro que a los lectores de este “Comentario”
se les puede decir toda la verdad!
Kyrie eleison.
Mons. Richard
Williamson, “Comentarios Eleison”
Nº 235, 14 de enero del 2012.
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