viernes, 15 de marzo de 2013

Bergoglio, mi rabino.



[Infobae – 14-03-2013] Sergio Bergman

Bergoglio fue designado como nuevo Papa y asume la figura de Sumo Pontífice como Francisco. Un punto de inflexión en la historia de la Iglesia, de la Argentina y, confío, ¡también lo será del mundo!

Pero más allá de todas las consideraciones de su figura y su obra, hay un aspecto de su persona en la que muchos nos nutrimos de su ser en valores y de su hacer con la coherencia de sus acciones.

Rabí es maestro. Así fue denominado Jesús. En este rol y función nos lo presenta el Evangelio.

Bergoglio es maestro. Fiel a mi raíz judía y mi vocación rabínica, dentro de mi comunidad de origen y en la comunidad de destino que es la sociedad argentina toda, encontré en quien fue ungido Sumo Pontífice a un maestro que me escuchó, me orientó y aconsejó sobre cómo desplegar mi vocación de servir, tanto al Creador como a sus criaturas en el desafío del bien común.
Desde su prólogo en mi libro Argentina ciudadana, hasta sus prédicas en las solemnes festividades en el Templo de la calle Libertad, cada encuentro, cada instante de su presencia fue una referencia.

Siempre destaco su vocación de rabino. Como cardenal primado enseñó a recuperar la raíz judía de la cristiandad y proyectó desde la Iglesia la dimensión universal de escribir, en la prosa de los días, esa poesía de quien para poder ver transformada la realidad debe seguir las enseñanzas de este pastor de almas, mi maestro, rabino, amigo que me dio el ejemplo de creer para poder ver.

En la admiración y gratitud por su enseñanza, elevo mi corazón en oración para que el logro de esta nueva dimensión, ser un nuevo faro desde el Atalaya, con su visión inspirada en el Padre de todos, nos guíe, como sus hijos y hermanos que somos, a un mundo mejor.