Don Fernando Arêas Rifan, obispo administrador de la Administración Apostólica San Juan María Vianney en Campos, Brasil, en una entrada de su blog, 01-09-2013. Traducción de Secretum Meum Mihi.
Una Advertencia
del Papa
La Iglesia tiene decenas de ritos, orientales y latinos, expresiones litúrgicas diferentes del mismo culto prestado a Dios. La diversidad litúrgica, cuando es legítima, es fuente de enriquecimiento, manifiesta la catolicidad de la iglesia y no prejuzga su unidad, para significar y comunicar el mismo misterio de Cristo (cf. C.I.C. nº 1206 y 1208).
Una de esas riquezas litúrgicas católicas es la antigua forma de la Liturgia Romana, llamada también forma extraordinaria, usada por muchos santos por varios siglos. Nosotros la conservamos en nuestra Administración Apostólica [San Juan María Vianney], por facultad concedida a nosotros por la Santa Sede, como hacen igualmente muchas congregaciones religiosas, grupos y millares de fieles en todo el mundo, por apreciar esa belleza litúrgica, clara expresión católica de los dogmas eucarísticos. Y la Santa Sede reconoce esa nuestra sensibilidad y adhesión como perfectamente legítimas. Así se expresa el entonces Cardenal [Joseph] Ratzinger: “Hay muchas razones que pueden haber motivado que muchas personas busquen un refugio en la vieja liturgia. Una primera e importante es que allí encuentran custodiada la dignidad de lo sagrado” (Conferencia a los Obispos chilenos, Santiago, 13/7/1988). De ese modo bien comprendida, la Misa en la forma antigua contribuye grandemente a la “pax litúrgica” en la Iglesia, como deseaba Benedicto XVI.
En su famosa entrevista a la revista Civiltá Cattolica, publicada el 19 de septiembre último, el Papa Francisco, con respecto de la Misa en la forma antigua, resaltó la prudencia de Benedicto XVI al extender la concesión de la celebración de esa forma litúrgica a toda la Iglesia, en atención a las personas que tienen esa sensibilidad particular. Pero hizo una advertencia. “Lo que considero preocupante es el peligro de ideologización, de instrumentalización delVetus Ordo”.
El riesgo de ideologización e instrumentalización ocurre en aquellos que quieren conservar la antigua liturgia independientemente de la Jerarquía y, peor aún, usarla como factor de división y crítica al Magisterio de la Iglesia. Por eso escribí en mi primer mensaje pastoral del 5 de enero de 2003: “Conservemos la Tradición y la Liturgia tradicional, en unión con la Jerarquía y el Magisterio vivo de la Iglesia, y no en contraposición a ellos”. Es claro: “En error peligroso están aquellos que juzgan poder unirse a Cristo, cabeza de la Iglesia, sin adherirse fielmente a su Vicario en la tierra” (Pio XII, Enc. Mystici Corporis, 40). La celebración de la Santa Misa, entonces, sólo es legítima si está en comunión con la jerarquía: “Sólo en este contexto tiene lugar la celebración legítima de la Eucaristía y la verdadera participación en la misma” (Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, 35). “Considérese legítima sólo esta Eucaristía que se hace bajo la presidencia del Obispo o de aquel a quien este encargue” (S. Inácio de Antioquia, Smyrn., 8,1).
“La diversidad litúrgica puede ser fuente de enriquecimiento pero, a la vez, puede provocar tensiones, incomprensiones recíprocas e incluso cismas. En este terreno, está claro que la diversidad no debe dañar la unidad. Ella no puede expresarse sino en la fidelidad a la fe común… y a la comunión jerárquica” (Juan Pablo II, Vigesimus Quintus Annus, 16, 4/12/1988)